CUENTO BREVE/No. 181


 

Un instante de insomnio



Asael Ramírez Soriano

Facultad de Filosofía y Letras-UNAM

 
 
Por esas horas, como nadie podía dormir, la calle se poblaba, súbitamente, de personajes en pijamas. Los multicolores trajes de noche distraían del olor a perejil, francamente insoportable, por esas horas. Se podía ver cómo las calles se extendían, cada vez más finas, hasta perderse en delgadísimos hilos que se conectaban entre sí, a lo lejos, como sueños remotos. No faltaba quien, a manera de excusa, fingiera sonambulismo. Los pasos sonaban, suaves, estériles. Contra eso, algunos párvulos se deslizaban por el concreto con vileza. Largos párvulos con ojos agigantados. La luz que emanaba de los faroles y de la luna confluía, tibia, con los pedazos de oscuridad parecidos a enormes ratas demasiado cansadas de tanto comer. Yo, personalmente, prefería el frío al miedo. Si de lo que se trata es de temblar. El doctor, al que así llamábamos, salía sin lentes, por esas horas. La atmósfera resultaba irrespirable. Y respirábamos todos, sin embargo. Yo tejía, dentro de mi cabeza, telarañas verdes que no conocían final. Nunca nadie se me acercó demasiado, pero yo sufría de un terror constante a ser mordido por los demás noctámbulos. Los caprichos de la noche me parecían infantiloides. Las cucarachas, que se desplazaban parsimoniosas, ancestrales. A cada una de ellas debía de corresponderle un astro. Cada vez que una cucaracha muere su espíritu es trasladado hasta su astro correspondiente, sin importar la lejanía. Cosa lógica. Mas, también a la inversa, cada astro, al morir, viaja hasta su cucaracha respectiva. Cada viaje astral dura miles de años. Más que la vida misma. Una vez pisé una cucaracha. Sólo para echar a volar la imaginación. Según la mitología de las cucarachas, existen tantas cucarachas como cuerpos celestes. Y no necesariamente estos últimos viven más que aquellas. Eso lo aprendíamos en la escuela. Mucho tiempo atrás. Antes de que tuviéramos problemas para dormir. Antes de que llegara la hora.



Asael Ramírez Soriano (Texcoco, Estado de México, 1984). Estudia la licenciatura en Lengua y Literatura Modernas Francesas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM.