el hombre que limpia la playa
en las mañanas
tiene asido por las patas traseras
el cadáver de un perro
el hombre que limpia la playa
ha abierto un agujero
en la arena pestilente
y frente a él
con la mayor naturalidad
tiene asido por las patas traseras
el cadáver de un perro
el hombre que limpia la playa
no sabe que lo observo
durante el único instante que mis ojos
son capaces de soportar
aquel triste cuadro
(en las mañanas uno es feliz a veces)
lo veo inclinado hacia delante
con las piernas separadas
entre sus piernas puedo ver
un trozo de cadáver de perro negro
tieso
que será enterrado a pocos centímetros
bajo la arena
(contra todas las reglas) y los buitres eternos que rondan la ciudad lo sentirán
como el último ladrido entrecortado
de su garganta
pero el hombre no sabe de esto
desconoce que entre sus piernas separadas veo cómo
tiene asido por las patas traseras
el cadáver de un perro
En estos días de invierno insular
—cuando el mar se horizonta en forma bochornosa—
acostumbro recoger del suelo alguna banderita
—de esas que rehúsa tras los desfiles el pueblo derrotado—
y plegar su hoja
con la destreza típica de los actos aprendidos en la infancia
hasta lograr un barco de papel
que lanzo más allá de la exánime orilla
y abordo
pero no
¡no huyo!
tan sólo quiero tenderme bajo esta vela roja de una estrella
observar las tiñosas que nos sobrevuelan
creer que son gaviotas
y recordar la paz que éramos los aguaceros y yo:
yo tenía un carrete de poliespuma
yo tenía un largo nylon de pescar
>y muchos barquitos —no de banderas sino de hojas de papel común—
yo enrollaba el nylon al carrete y amarraba un barquito al nylon
yo me asomaba al postigo y lanzaba el barquito a la sucia corriente del contén
(yo decía río)
y lo dejaba ir
y lo observaba sortear baches (yo decía rápidos) y basura (yo decía piratas)
y lo dejaba ir hasta el final del nylon
y lo recogía
y muchas veces no había nada en el extremo
y otras había un trozo de papel abierto-sucio de limo (yo decía algas)
y era feliz aquello
no había estas horribles tiñosas que hacen ver todo del mismo color
que traen sobre mi banderita
sobre mí
toda su peste.
Mi padre
Para Jose, mi padre, y por él
corta la losa de barro y la sierra
pierde su
indigente dentadura
en esas tardes de división
hay que tapiar las puertas y agujeros
del cuerpo
por donde el polvo
colorado se introduce
el suelo en esas tardes
se enrojece sobre el gris
nace una ocre naturaleza
donde se marcan dos huellas
son los pies de mi padre
son las pisadas de una rara
bestia en el desierto primigenio
de la creación
digo Creación:
mi padre suda y coloca
las mitades una encima
de otra
como un calcáreo feto
humano mi padre
suda gotas en su continuidad
forman sobre el polvo sobre la división
brotada de su frente y su antebrazo
un hilo meandro arteria un caudal
de sangre reptante
busca un cuerpo para
alimentar busca a Dios mi padre
lo lleva adentro
DORMÍAMOS EN PRAGA y escuchamos el despertador desde la ruinosa Varsovia como bombas. No sabríamos decir si eran bombas nazis o soviéticas. Detrás de una barricada, un detalle como ése carece de importancia. ¿De qué muerte nos defenderemos? El viejo ermitaño hace una sopa de coles que acompaña con pan negro. No nos brinda por extraños. Dos fanfarrones del trópico, como mi alegre novia y yo, no merecemos un lujo como ése. Con gentileza le pedimos que se marche al infierno o a un campo de trabajo semejante. No importa si es a un campo nazi o soviético. En un amanecer como éste, un detalle así no alberga trascendencia.
Karel Bofill Bahamonde. Poeta y narrador. Ingeniero informático. Graduado del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso y del Centro de Estudios Literarios Hotel Kafka. Ha obtenido los premios David de Poesía y Alcorta en 2009, el Nacional de Poesía Digdora Alonso y la beca de creación La Noche en 2011, y el Fundación de la Ciudad de Matanzas en 2013, así como mención en los concursos David, José Jacinto Milanés, Reina del Mar Editores y Alcorta entre los años 2007 y 2011. Ha publicado Escala en Naxos (Matanzas, 2009), Matrioshkas (Unión, 2010), Fragmentos en la humedad(Cauce, 2010) e Himnario del destierro (Ediciones Aldabón, 2012). Parte de su obra aparece en la antología Dejar atrás el agua. Nueve nuevos poetas cubanos (La Bella Varsovia, España, 2011). En 2011 participó en el festival internacional Cosmopoética. Poetas del Mundo en Córdoba, en su octava edición. Es miembro de la UNEAC y de la AHS.