DOCE POETAS (1985-1991)/No. 189


 

Ileana Garma



Mérida, Yucatán, 1985

 

 
29
(fragmentos)


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Vuelve a convertirme en la espuma que era. En el diente de león invisible que rodaba sobre los automóviles empolvados. Automóviles rojos a punto de incendiarse. Conviérteme en la piedra, en el punto muerto, en la calle en la que no coincidíamos nunca. Aquellos diecinueve años que no sabemos perder y anudar a nada. Aquellos veinte años donde se nos cae el cielo encima. Entonces la libertad era soplar dentro de la tristeza e inflarla, burbuja de mil colores. Subir a la rueda de la fortuna sin más que el viento en la cabeza. Esas hojas que se iban secando. Ese instante con los puños y los ojos apretados entrando al agua, a la piscina de tres metros, de kilómetros de infancia.


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Hagamos un musical de rock indie donde contemos nuestras vidas en ciento veinte minutos. Yo pongo la casa de la abuela en los años ochenta. Una alberca pequeñita para guardar doscientas tardes rojas bajo un almendro. Un huracán que nos impida salir de casa durante una semana y un conejito muerto bajo el sol. Tú puedes poner los futbolitos y la playa. Vestido de gala para una fiesta que ya no recuerdas. Y el fin de las palmeras nativas. Quizá descubramos que nos conocimos cuando niños. Cuando era fácil andar descalzos brincando con un solo pie la cuerda floja de los días, del calor, de los viajes por carretera y quizá sí, amor, éramos felices.


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Bailaría, como un libro de hojas deshechas, como un soldado que no tiene a dónde volver. Es domingo. Me besarás hasta que la luz cambie de color y dormiremos. Ese punto es inservible. Yo te dejaría partir y no volveríamos a saber de nosotros. Dejaríamos uniformes una y otra vez. Serpientes felices. El resto de la vida será despertar en habitaciones inundadas de tedio, desconocidas y brillantes como una bola de cristal. El resto de nuestras vidas sería aquella escalera donde no hay bajadas. Ya la hemos cruzado. No nos dejaremos partir. Y si caminamos un poco más llegaremos a las dentaduras postizas. Sillas de ruedas como campos de heno. Déjame bailar de nuevo como la reina de la noche.


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Seamos sinceros, corazón. No tendremos un accidente juntos. Ni sostendrás mi cabeza entre tus manos, ni la despedida será conmovedora. En lugar de eso, yo le daré vueltas a mis veintitantos años en la esquina y esperaré un taxi, un juego en el pasto que me haga más fuerte, menos perturbable por esas cosas pequeñas como tomar café a tu lado, como tomar café sola. Seamos sinceros, pues nos queda un resto de juventud donde es posible soltar las amarras, estirar las piernas, ir a la oficina de Relaciones Exteriores. Sonreír. ¡Y el último en llegar es un huevo podrido!


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Y bueno, qué se puede esperar de una generación que escribe sus poemas en horas de oficina. Entre una junta duermevela y otra. Bajo la mirada de un jefe vigilante ciego. Esas lamparitas que vuelan todo el día debajo del cuchicheo de las secretarias. Esa mirada no tiene fin. Qué se puede esperar de una generación que escribe versos en los post it de colores. Una generación de camisas a cuadros. De autobuses grises. De sillas giratorias. Los viajeros levantan la vista y se asombran del aire que ha formado un dorado remolino de hojas en medio de la carretera, pero no escriben poemas. Se detienen, sonríen y siguen su camino. A veces manejando sus carros veloces rumbo al mar o la selva, un rojo pajarillo les atraviesa el cráneo, pero ellos no piensan en poemas. Somos una generación de poetas que escriben en horas de oficina, con la cabeza inclinada ligeramente, sonriendo a la señora de la limpieza con un sí. ¡Ah cuánto trabajo, esto es interminable! Entre sorbos de café y galletitas.
 
 

Ileana Garma. Egresada de la Escuela de Creación Literaria de la Sogem. Es diplomada en Literatura, Protocolo y Periodismo por Editorial Santillana. Ha publicado Itinerario del agonizante (Ayuntamiento de Mérida, 2006), Y el estado de sitio (La Catarsis Literaria / El Drenaje, 2010; Ayuntamiento de Mérida, 2011) y 7 obra poética (Ayuntamiento de Mérida, 2012). En 2012 mereció el premio Caza de Letras de la UNAM por su poemario Ternura (UNAM, 2013). Días de fiesta y otros cuentos acaba de ser publicado por Libros en Red en coordinación con el Ayuntamiento de Mérida. Fue becaria del Fonca en Poesía, 2013, y del programa Jóvenes Creadores, Poesía, por el Foeca Yucatán, 2005. Obtuvo el premio de Poesía Jorge Lara 2005, el José Díaz Bolio del Patronato Pro Historia Peninsular 2005, el Charles Bukowski 2008, el Javier Estrada 2008 y el premio de cuento corto El Espíritu de la Letra, Sedeculta 2014. Fue ganadora del torneo de poesía Verso Destierro 2009. Actualmente estudia la licenciatura en Artes Visuales en la Escuela Superior de Artes de Yucatán. Los poemas incluidos acá forman parte de su libro 29, escrito con apoyo del Fonca.