Para mí la poesía está en todas partes esperando a que alguien la cuente o la cante.
El bien inmueble
la nostalgia vive en el sexto piso
tira un papel por la ventana
y por un segundo
se confunde con el vuelo migratorio
de un pájaro que quiere aparearse
la mierda que lanza desde su arriba
cae sobre la raya en medio
de un preso en libertad condicional
que no recuerda cómo se iba a su casa
aquí el niño que lo ve todo
crea en ese momento en la parte izquierda del cerebro
un comienzo de neura
que asociará a la placidez veinte años más tarde
la bondad vive en el tercero
tiene una casa confortable pero incómoda
el odio tiene siempre un perro en la puerta del cuarto
pero la decoración de su casa es impecable
la timidez que vive en el quinto
ve por la mirilla de su puerta blindada
la cabeza distorsionada de un gordo que es el mundo
en el noveno vive la veneración
la soltera que comparte piso con la envidia
el del octavo que es el tiempo
se quedó justamente encerrado en el ascensor
aquel día que viniste a mi casa
y yo soy ese edificio
que tiene elevador
pero nunca subo al décimo
la casa de la perfección que es una déspota
suelo sin embargo quedarme en el primero
del que nunca sé salir
allí vive el hastío que nunca pagó la comunidad
la memoria
que vive en el segundo
tiene el síndrome de diógenes
todo lo que sube a su casa
es digno de ser guardado
cualquier tontería tiene la dignidad de un tesoro
pero nunca recuerda al que se olvidó de ella
ese día subiré al séptimo
porque es justo allí donde habita el olvido
La cajera Muriel
estoy pensando en la cajera sedente
ella es lo verdadero de la sincronía del mundo
con su rayo láser ávido de códigos
me murmura complacida las ofertas
y cómo suma los dígitos arrastrando
entre lo dócil y el hastío
el tesoro precioso de mi dulce integral
a través de la máquina que le computa
el precio exacto de toda mi tarde
dice tres
y nunca nunca fue este número más mágico
la cajera extraordinaria teclea el sumatorio
de la monotonía y dice tres
y mira entonces justo antes de que se produzca
el cotidiano milagro de que mi dulce integral
sea mío para siempre
de repente ella mira otra tarde
sale de lo mío a lo del otro
le susurra las mismas ofertas
le marca el tetrabrik con el ojo de su láser
abriendo en fin el cajón místico del hiper
con un movimiento suyo de mercado
los billetes ordenados repiten la cara de ella sin gestos
y me voy por esas puertas
que se abren sólo con el aura
dejándola mientras su láser que suena
va marcando otra tarde
Ticket Muriel
María Eloy-García. Licenciada en historia y geografía. Ha publicado el libro de poesía Metafísica del trapo (Torremozas, 2001) y ha sido incluida en las recopilaciones Hablando en plata (Homoscriptum, 2005); Todo a cien (Aljibe, 2005); 33 de Radio 3 (Calamar Ediciones, 2004), Ilimitada voz (Universidad de Cádiz, 2003); Del paraíso a la palabra. Poetas malagueños del último medio siglo (1952-2002) (Aljibe, 2003); Poetisas españolas. Antología general (Torremozas, 2002); Poesia Espanhola. Anos 90 (ed. Relogio D’agua, Lisboa, 2000); Feroces. Radicales, marginales y heterodoxos en la última poesía española (DVD Ediciones, 1998), entre otras. Ha participado en revistas como Litoral, El Maquinista de la Generación, Laberinto, Nayagua, Fósforo, y en múltiples encuentros poéticos. En 1998 obtuvo el Premio Ateneo Universidad de Málaga, y en 2001, el Premio de Poesía Carmen Conde.