Editorial / No. 197
Este número dedicado a la nueva narrativa de San Luis Potosí comenzó a gestarse hace ya varios años, a propósito del Festival Letras en San Luis al que asistí en calidad de responsable del proyecto Punto de Partida. La edición fue aplazada por distintos motivos y el marco generacional contemplado entonces (los años setenta) se recorrió a la década siguiente. Finalmente, la idea pudo concretarse y hoy presentamos una muestra de ocho autores nacidos o avecindados en el estado, seleccionada y presentada por David Ortiz Celestino.
El antólogo menciona en su texto de presentación ciertos hitos en la literatura potosina del siglo XX, en una especie de guía del camino recorrido desde Manuel José Othón, Joaquín Antonio Peñalosa y Félix Daujare hasta estos ocho narradores seleccionados, enfatizando el impulso de los talleres organizados en la década de los setenta por el Instituto Nacional de Bellas Artes y varios gobiernos estatales. Entre estos talleres dejó huella el impartido en San Luis por el ecuatoriano Miguel Donoso Pareja. Y es precisamente un participante de ese taller —y luego docente destacado— quien abre esta muestra en la sección Del Árbol Genealógico. Me refiero a David Ojeda, figura señera en la narrativa potosina y nacional. Agradecemos al autor y la editorial Tusquets —en específico al también narrador Luis Carlos Fuentes— su apoyo al permitirnos reproducir un fragmento de la novela El hijo del Coronel que, aunque breve si consideramos el largo aliento de la producción de este autor, es en sí una muestra notable de su pericia narrativa.
La selección de Ortiz Celestino incluye exclusivamente a autores nacidos en la primera mitad de los años ochenta. Entre ellos, varios optan por personajes en situaciones límite: Jesús Navarrete narra en primera persona, con aire de sátira, la obsesión de un hombre no por escribir, sino por volverse escritor; Ernesto Sánchez Pineda recrea con dominio del ritmo teatral el concierto de voces que conviven en la cabeza de su Daniel Govea. Ronnie Medellín, en la inquietante pieza “Coto de caza”, hace referencia al inevitable control del sistema sobre el individuo, aun sobre aquel que supondríamos poderoso; y Alfredo Padilla descarna la dificultad de relación de sus personajes mediante sus entradas en un chat porno.
Por su parte, Joserra Ortiz mantiene, en su extenso cuento “La fiesta”, la tensión drámatica en una historia que se desarrolla en el ámbito de lo fantástico; Gerardo Cruz-Grunerth comparte con aquél el tono clásico aunque suma una atmósfera de misterio; Roberto Colis presenta dos cuentos rematados con un desenlace de corte fantástico que es una vuelta de tuerca al fluir realista de la anécdota; y Violeta García Costilla cuenta una
historia entrañable de amor y pérdida en una suerte de postales narrativas secuenciadas.
El dossier se complementa con las reseñas ganadoras del Sexto Concurso de Crítica Cinematográfica Fósforo, convocado anualmente en el marco del FIC UNAM por varias dependencias universitarias: la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales, las direcciones de Actividades Cinematográficas y de Literatura, y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos.
En la parte gráfica agradecemos la generosidad de la artista potosina Martha Franco, coetánea de la generación de narradores antologada, quien nos permitió reproducir en escala de grises un grupo de obras en el que apreciamos su trabajo sobre el tema de los estereotipos. A ella y a los escritores participantes en este número, así como a María Eugenia Martínez y Nuria Armengol —que desde San Luis colaboraron amablemente con esta publicación—, muchas gracias. A nuestros lectores los invitamos a acercarse a este capítulo de la nueva literatura mexicana.
Carmina Estrada