No. 137/POESÍA |
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Poemas |
Andrés Márquez |
FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS, UNAM |
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Alba Silente [fragmentos] |
La verdadera vejez del hombre empieza |
VIII- Incienso Soñé con el día en que escuchábamos el mar en caracoles. Al despertar, pongo tu vaso en mi oído: se oye un tosido que se aleja. X- Eternidad Será mi corazón tu último aposento —canasta, cofre, pesebre o túmulo— donde contenga el marisma y la flor turquesa de tu cuerpo. Allí transitarás todas tus vidas, dormida en archipiélagos de aire. Ahora un santuario de mutismo. Tu cuerpo es la forma de mi dolor: mi sabor desconocido, falacia incandescente, mi desahucio. Lahuma en la furia de sus colmillos [fragmentos] V Brota vapor por debajo de la puerta, puedo acariciar tu cuerpo disipado en una nube. VIII Duerme sobre la cama de hojarasca, entre sedas parece una pequeña cordillera. Soy nube cuando beso su pubis. Pulo su clítoris como piedra en bruto comienza a sudar se calienta libera estertores y suspiros. Continúa dormida. —Soñé que hacía el amor con un simio— mientras corta un plátano con los dientes. XIII Con su lengua bordea mi cuerpo lácteo va creando la carne que me ciñe. Paladea su furia entre los dientes, agazapa su instinto en húmedas caricias. De pronto la fiera salta, ruge con su sexo incrusta su dentellada en medio de mi espalda. Retengo un grito entre los labios. —Mañana terminaremos tu tatuaje. Sonríe, muestra al viento sus colmillos. XIV Espero su adviento como a la lluvia. Vendrá para que la habite siempre. Ella es la surtidora de mi vida. nosotros, los pedestres que soy volvemos el rostro hacia Lahuma, —espuma de piel felina, abnegada tentación de rugidos. Flota hacia mi mientras tromba mi cuerpo. Su arrogancia es un campo de furia que revienta los moluscos dormidos en la arena. Cabalga en el oleaje como en mi cuerpo —es en realidad, una pantera albina que me sabe su presa, muerde mis labios, mi pecho, en cada dentellada libera las parvadas y jaurías que conviven en su boca—, jamás sabré el origen de su furia.
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* Concepción murió el 13 de enero de 2002, amaneció asfixiada por una tos que le provocó infartos cerebrales. Ese día nevó en los montes y el cielo regaló un arcoiris. |