tarde, tarde
(si tuviera que dedicarlo, sería necesariamente para W. Szymborska)
ven quién a mi puerta.
los martes por la tarde a veces estoy muda.
trae tu cuerpo en altavoz
las pupilas dilatadas en qué y por qué silencio.
el mundo a veces quién se lo lleva
y andamos por ahí un día dónde
un martes por la tarde
mudos, voces de qué huesos desenterrados
y llegamos a dónde en cada paso
seguimos
como si cuándo
como si hoy mismo
sucediera.
Rumbos
¿Qué nos queda entre las manos,
dentro de ellas,
después?
¿Quién decide
el rumbo
de las palabras,
ceniceros del silencio?
Rotos de las manos,
abiertos
conjugados
no sabemos de viajes
más largos
que nuestras vidas.
Viajar ligera
viajar ligera
los brazos aire
puente lugar perfecto
cualquier espacio
mismos ojos
diversos
uno
Cuántos árboles
¿cuántos árboles
habremos
enredados
en cuerpos
palabras
dardos viento?
¿cuántos
moriremos
mañana,
cuántos
sin darnos cuenta
cargamos
un pedazo
que avanza muerto
sobre nuestras raíces?
Desierto
Lo seco del paisaje
no es lo seco del paisaje:
algo ha muerto adentro
Una mujer me observa
al final de la sala
una mano sostiene lo que hay adentro
ojos firmes lejanos
como sombra sin fondo
se van yendo
bajo las butacas
las palabras no dichas
y las que se hacen gigantes
y las miradas que se clavan en su cuerpo
transparente
se muerde la uña del meñique derecho
y yo la observo
su anillo brilla desde aquí
y yo la observo
porque me recuerda
a una mujer cercana
a la que sopla sobre esta pluma
a la que observa la orilla de esta sala.
Bajo el puente
La sombra y su hogar
bajo el puente
sus ojos de pera jugosa
delinean
el dinosaurio nube
del cielo
Zapatos
banquetas. cientos de zapatos
recorren la calle tercera.
los míos —rojos—
son gotas que escurren por la orilla
de este sol derretido.
uno dos trazos, descubro una punta
que delinea la sombra en mi mochila.
nubes,
un poco de lluvia nos vendría muy bien.
a ti, pintor, y a mí, transeúnte. nos conviene a los dos.
si después de lavar los pinceles
quieres caminar un rato,
te invito a la esquina más fresca
del cuadro
que aún no terminas.
Naranjada
para los niños de Tezoatlán
de Segura y Luna, Oaxaca
Tras la montaña
de tu hoja en blanco
veo un sol de gajos naranja
que se exprime con tu risa.
El camino a Tezoatlán
de Segura y Luna se ondula
como si entrara en un durazno tierno.
Hay un niño de colores
como tú
¿de qué color eres?
¿de qué color quieres ser?
Yo quiero verte
blanco, como lana de borrego,
rojo como granada en pedacitos,
azul blanco cielo como las nubes saltarinas,
café como tus huaraches,
como quieras,
pero contento,
verás que pronto,
con el sol,
haremos un gran jugo de naranja.
Ilustraciones:
Xilografías de Itzel Jiménez Cedillo, ENAP-UNAM
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