No. 132/POESÍA |
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Poemas conjeturales y apócrifos |
Iván Cruz Osorio |
facultad de filosofía y letras, UNAM |
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A Rafael, Edgar, Leopoldo, Adela, lberto,
René, Paniagua, Téllez, Christian, Sandra, Silvia y Abril
[Humbaba maldice a Gilgamesh y a Enkidú]
¡Que ninguno de los dos llegue a viejo, y que por su amigo, Gilgamesh, Enkidú no obtenga salvación! Gilgamesh
Yo, el más famoso de los reyes,
A otros, tú, dulce Victoria
entrega tus dones, yo, despreocupado junto a mi esposa y mi hijo, honraré a los héroes y a su fama. Penélope a Ulises Mejor que la treta hubiera fracasado, mejor que no hubieras salido victorioso, mejor que otro fuera el dueño de tus argucias, mejor que las armas enemigas te hubieran emboscado, mejor que Paris hubiera masacrado tu cuerpo y que los muros de Ilión continuaran de pie. Mejor la pena de la derrota, mejor el dolor de saberte muerto, que la incertidumbre de esta interminable espera.
Ulises a Penélope
¿Para qué regresar?, ¿para probar el calor de tus labios ya marchitos?, ¿para devolver a Telémaco un padre que ya no necesita?, ¿para medir mis pálidas fuerzas con el lozano vigor de Pisandro, Medonte, y Antínoo?, ¿para disputarles riquezas?, ¿para turbar a la apacible Ítaca con el regreso de un muerto, de un fantasma, de una leyenda que circula cada vez menos entre las voces del pueblo?
Solón habla al pueblo ateniense
Nunca la benigna Atenas morirá por designio de los dioses inmortales, es por nosotros los hombres, queridos atenienses, que nuestra urbe se extingue rápidamente; somos tal vez los últimos vivientes, los últimos mezquinos, los últimos saqueadores de esta tierra de dolores y sollozos, en breve, el tiempo mostrará nuestra locura, en breve, mostrará, sin tregua, nuestras torpezas, que a los dioses ya no podremos atribuir la culpa. Páladas sobre la descendencia
La tierra es un inmenso matadero.
Allí aguarda la muerte a su rebaño lamentablemente: nosotros. Páladas
Para Ares fatigar los pechos
Apócrifo primero
Dices bien, Quintiliano, estos poemas atacan a lo viejo, estos poemas viven del pasado, estos poemas no son de vanguardia, lo acepto, como también acepto las risitas y el sarcasmo que me dedican mis contemporáneos, los que viven a la moda, y que ya son freno y obstáculo de los jóvenes en turno. Despedida de Marco Valerio Marcial Quiero agradecer a los dioses por la razón y el asombro que acaso me descifraron el Universo, por el ejercicio de los días, por las palabras, por los versos donde pude simular sabiduría, por el amor de las doncellas, por la dádiva del llanto, por el hoy incierto, por el ayer distinto. Un poco de tierra me basta ahora, a otros aplaste en sus tumbas la rica estela de mármol, esa insípida carga que al muerto atenaza. Diatriba a un poeta social Este poeta no cantó los misterios del porvenir, este poeta no cantó el espectáculo de la naturaleza, este poeta no cantó el amor de las doncellas, este poeta no cantó al Universo; este poeta habló mucho de la catástrofe, este poeta habló mucho de los partes de guerra, este poeta habló mucho de las ruinas pero no fue capaz de apuntalarlas, este poeta no fue un visionario, este poeta fue más claro que el agua, este poeta fue más directo que una pedrada, este poeta envejeció de abrir la boca sin que nadie se ocupara de él. Colegas, camaradas de la misma embarcación, hemos encallado tantas veces que la idea de llegar al fondo nos es indiferente, reímos de quien presagia la catástrofe porque en ella reconocemos el destino único de todos. Tracemos sin miedo nuevos rumbos, desarrollemos nuevas velocidades, trabajemos, pues, hermanos, por los navegantes que vendrán y serán más grandes que nosotros. Cavafis tras perder la voz
Lo que nos dejan los poetas
De qué sirven los poetas
si no dicen lo que uno quiere decir, si no saben explicar el pobre circo que son hoy, si no trabajan por aquellos que extravían el camino a cada rato; de qué sirven si sólo juegan en el lodo para salpicar a los vecinos, si, ahora, como aves de rapiña, escriben mientras la especie se reduce a unas cuantas señales de vida.
A aquellos, los ausentes aún |
Dibujos de Édgar Garcilazo (Tec de Monterrey, campus Ciudad de México)
e Itzel Jiménez(Escuela Nacional de Artes Plásticas, UNAM) |