El jefe de la estación de trenes en su vejez,
pasa revista a sus novias difuntas
Pasó la vida sin verme enamorado
de todas las muchachas. Las quería
corriendo tras el canto de los grillos,
excitadas y trémulas, perdidas
en la luz del rayo verde que rocía
mis mejores ensueños. Ya pasaron
y me dieron sus ojos para verlas
todos los días y todas las noches
desde la casa azul de mi deseo.
Aquí no duermo más. Siempre despierto
las oigo ir y venir como a la lluvia
en las selvas del trópico. Muy lejos,
el pito del tren me vuelve a mis faenas.
Sin embargo las amo, bellas todas,
y no pienso dejarlas, vivo o muerto,
irse sin mí, llevando el pensamiento
de respirar el aire que las viste.
Corran, ríanse, canten, busquen grillos.
Con sus ojos las veo. Con mis ojos
las veré irse, como a la primavera,
cuando vuelve al infierno. Tropezando
con topos, con hormigas, con mis huesos,
algún día vendrán, aquí, conmigo,
a descifrar la música y los sueños
del agua que corre bajo la tierra.
¿Por qué habla tanto
la primavera en sus primeras incursiones?
La primavera quiere decirnos su secreto.
Me dijo hace tres noches: “El camino es llegar.
Marcho tras el invierno desde el primer día.
Enemigos no somos pero su estela amarga
degüella petirrojos, envenena las pláticas
del hospital de campo, vende luz con gusanos.
A los niños les rompe las tablas de sumar
corderos en la noche. Para las arboledas
dispone un mico blanco.” Demasiado de prisa
se irá la primavera. Lo que pudiste oír
consérvalo en tus ojos. Y si un día la muerte
te seduce, comienza, como un naturalista
a ordenar la ebriedad de Dios en tu cabeza.
(hospital de campo)
Se habló de un campo de cebollas. El furor como la inteligencia riega esta plantación. Tirado en sus márgenes presiento, bajo mi espalda, una gavilla de topos.
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Ernesto Lumbreras (Ahualulco de Mercado, Jalisco, 1966). Es autor de cuatro libros de poesía, entre los que se encuentran El cielo (1998) y Encaminador de almas (1999); y de la colección de ensayos Del verbo dar. Emboscadas a la poesía (2002). En 2006 publicó en Costa Rica una antología de sus poemas con el nombre de Veintisiete árboles amarillos. En 1991 recibió el Premio Nacional de Poesía Ciudad de La Paz por su poemario Órdenes del colibrí al jardinero; en 1992, el Premio Nacional de Poesía Aguascalientes por su libro Espuela para demorar el viaje, y en 2007, el Premio Nacional Testimonio Chihuahua. Este año, Editorial Aldus publicará Caballos en praderas magentas. Poesía 1986-1998. Ha sido miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte (2004-2007).
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