No estás, aunque por todas partes aparezcas.
No estás y al percibir tu perfume, lo disperso
por las arrugas de la sábana en busca de alguna
cavidad donde soñaras.
Así, al menos provoco la invasión de una
de tus esencias y me imagino la hondura
de tus ríos infestados de orillas.
Camino hacia la sala para abrir la ventana.
De la ciudad más grande del mundo llega
un olor a hule quemado, a pesar de que tú estás
afuera, recorriéndola.
Los bombardeos de las cadenas de televisión
hacen relampaguear nuestra impotencia.
Me gustaría que la ciudad bailara como tú,
cuando cuelgas sistemas planetarios
de tu ropa interior.
Sin embargo, la gran urbe está quieta,
con los ojos en blanco, a pesar de las sirenas
y los estruendos donde la sangre se marchita.
¿Llegarás cuando la noche deje de parpadear?
Fingiré estar dormido y tú simularás
un baño de pureza en tu cuerpo cansado.
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Francisco Hernández (San Andrés Tuxtla, Veracruz, 1946) es poeta. Ha publicado Gritar es cosa de mudos (1974), Portarretratos (1976), Cuerpo disperso (1982), Mar de fondo (1982, Premio Nacional de Poesía Aguascalientes), Oscura coincidencia (1986), En las pupilas del que regresa (1991), Habla Scardanelli (1992), Moneda de tres caras (1994, Premio Xavier Villaurrutia), Poesía reunida (1996), Mascarón de prosa (1997), Las gastadas palabras de siempre (2000), Soledad al cubo (2001), De cómo Robert Schumann fue vencido por los demonios (2002), Óptica La Ilusión (2002) Diario invento (2003), Aforismos (2003), El corazón y su avispero (2004), Imán para fantasmas (2004) y Palabras más, palabras menos (2004). En 1993 fue galardonado con el Premio Carlos Pellicer para obra publicada. “Palabra Ciudad” es parte del libro Palabras más, palabras menos, Editorial Pre-textos, España, 2004.
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