Dolor
IV
El último emblema no es de muerte.
(Sin miedo, el pez
en manos del mudo carnicero
recita la balada del fondo).
Lengua del vencido
Un oído que escuche mis palabras
será el vacío.
Pero tu oído no.
Tú escuchas
lo que derrota mis palabras.
Acorde para Frank O’Hara
Cruzo la vida en una efigie ajena:
cuerpo, médula, materia.
Vuela una abeja entre la tinta
sobre la lengua de los bosques.
En la mente, los niños se murmuran
que la pelota perdida tras el muro
migra en la luz hacia la muerte.
No hay nada sorprendente en las palabras:
una abeja que es lengua, una pelota extraviada.
Todo dice o calla cosas:
materiales que vuelan por la nada.
Lugares del río imaginado
I
No debe precisar sus orillas,
sino difuminarlas.
Al dibujarse un río, debiera ser portátil
porque sólo la mente conserva su sonido
al chocar en las rocas:
espuma como baba de plata,
como reposo lleno de mirlos.
No debe fijar sino diseminar,
pero no el sentido sino los colibríes,
las murallas y, desde luego, el río.
II
Las palabras “The Negro Speaks about Rivers”
titulan un poema de Langston Hughes.
Yo escribiría algo así como:
“El Cobrizo habla de Ríos”.
III
O quizás debe ser como la nube
que atraviesa otra nube,
tan insensatamente, sin preguntas.
Y así encontrar la espuma de lo blanco
en las aguas que bajan,
granizo y lluvia, para el río.
Sobrevivida, al fin, será la transparencia.
Combate del metal y del bosque
Siempre los dedos de las zarzas
cubren los trenes vencidos por la aurora.
Escucho el crecimiento de la yedra
sobre las máquinas heridas bajo el óxido.
En el hierro gastado crece el musgo
cosiendo distancias con su hilo.
Arriba del escombro se eleva alguna efigie:
este pájaro juega con una rama roja.
A mis ojos se abre la floración del bosque:
los trenes de metal comprenden mi existencia.
Plagio a Paul Muldoon
El ojo me invita a ungir árboles secos.
Tras el bosque,
hay rascacielos en el teatro del mundo.
La mirada es como la —déjame a mí— llama del día.
Así, junto a la carretera, yo veo un auto, un Volkswagen,
un rótulo, un “no sé su nombre”, un auto.
El ojo hace un dibujo para la mente.
Traduce a palabras.
La mirada es una lengua extranjera.
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Juan José Rodríguez (Ambato, Ecuador, 1979). Poeta y traductor. Licenciado en Periodismo. Egresado del posgrado en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Católica de Quito. Magíster en Estudios de la Cultura, mención Literatura Hispanoamericana, por la Universidad Andina Simón Bolívar. Hizo cursos de traducción en Madrid. Ha traducido a varios poetas de lengua inglesa, como William Stanley Merwin y Mark Strand. Ha publicado varios ensayos sobre poesía hispanoamericana, sus primeros poemas están reunidos en el libro Los rastros (2006). Obtuvo el premio de poesía joven La Garúa (2007) por su libro Viaje a la mansedumbre (Barcelona, 2009). Parte de su obra consta en antologías como Álbum de arena. Antología binacional Ecuador-Perú (2008) y Antología de la poesía-literatura de Ecuador (Madrid, 2009).
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