That is enough mon dieu Eras muy bobo
Y qué tal ahora
Ya no
Buenas tardes vengo a escampar
¿Y el loro? Se fugó ayer
Bienvenido a este inhóspito caserón
Sigue lloviendo
¿Sigue llorando?
Ya no
Llueve llueve
llueve más That is enough mon dieu ¿Eres tonto o eres sordo?
¿No oíste aquello allá?
Llueve llueve
llueve más.
Old fashion blues
Irán cantando
voces o flores de papel de estaño
juguemos a que somos inmortales
una casa de muñecas para ti
con ventanas al sur
en el cementerio de Darkest Creek
nunca dijo
construirás con tus manos
un cenicero fundamental
sólo para mí
sólo para mí
nunca dije
piedra de agua luna de noviembre
sagitario por el camino de oyameles
sólo para mí
por el camino de oyameles
niño viudo padre desvalido
rumbo a tu casa de muñecas
con ventanas al sur
juguemos a que somos inmortales
en el cementerio de Darkest Creek
oh sí en el viejo cementerio de Darkest Creek.
UN HOMBRE ESTÁ SENTADO en una silla
en medio de la tarde
despidiéndose de un brazo
que acaban de cortarle
¿quién es ese hombre?
¿puede hablársele?
¿por qué está sentado
en una silla en medio de la tarde?
¿es acaso evidente
o demostrable
que esté en verdad despidiéndose de un brazo?
¿no será más bien de algún pariente lejano
que llegó desde tierras remotas a visitarle
y que acaba él sí de ser separado certeramente de su brazo
en otra tarde?
¿cómo podemos estar seguros
que no son un millón de hombres o incontables
sentados en un millón de sillas
en medio de un millón de tardes
despidiéndose de un millón de brazos
que acabarán sin ambages
oh por supuesto tú también noche oscura del alma
por cortarles?
yo no lo sé
ni el bufón ni el ciego con su palo
ni el vendedor con su canasta
pero y ustedes
no me vengan ahora con eso de que son los que están
realmente sentados en sus sillas en medio de sus tardes
despidiéndose de sus amados brazos que a fin de cuentas
ni les cortan ni nada así qué gracia
oh doncella
mira el crepúsculo cómo desciende turbulento
con sus nubes violáceas sobre la sierra madre
sólo tú entre todas
caminarás mirando la estrella solidaria
mientras repican destempladas a lo lejos
las esquilas de los rebaños que regresan a la majada
tú sola escucharás esta irrefrenable voz diciéndote
que hay un hombre sentado en una silla
en medio de la tarde
despidiéndose
como en los dibujos que hacías
cuando tenías colochos y siete años
de un tren que pasa
rodando lentamente
con sus ventanas iluminadas
en la negra soledad de la montaña.
Ramón Rodríguez (Córdoba, Veracruz, 1925). Estudió Filosofía en la UNAM. Forma parte del consejo editorial original de La Palabra y El Hombre. Aunque poco editada en México, su poesía, fraguada durante más de cincuenta años, ha sido conocida y apreciada por varias generaciones de lectores en su estado natal. Es autor de los poemarios Ser de lejanías (UV, 1960), Cuartel de invierno (UV/ Papel de Envolver, 1987), Old Fashion Blues (Graffiti, 1995), La navaja de Ocamm (IVEC, 1998), Fandango (Durandarte/Escuela de Escritores de Veracruz, 2003), Boleros nobles y sentimentales (Graffiti/IVEC, 2005) y Desciendo al corazón de la noche (IVEC, 2008).