I
La vigilia encuba el destiempo.
las paredes respiran con terca conciencia la humedad
de este antiguo silencio donde todo sucumbe.
en el atrio el trasiego es ahora una trama entre dos sombras
y el oscuro anuncia que ha llegado la hora
en que los perros ladran espantados al vacío
mientras el vahído crece y
se consuma.
Afuera, el final de la tarde anticipa el duelo.
frente a la casa
la ensenada se quiebra
y la noche derrama su cauce
coagulado.
II
Oscurece:
sucede la noche /
la negra arquitectura del misterio.
Todo circunda el andamiaje embestido.
sobre las charcas el día se convierte en una bóveda.
en su quietud reposa el fuego.
Bajo sus límites la ciudad
se va poblando
de
silencios.
III
Derrotados los últimos faroles,
el miedo ha conquistado rostros, ademanes.
su nombre es ahora apenas un rumor de nombre
que esta boca asediada calla sin remedio
(el silencio es su descripción más densa).
A estas horas del oscuro
las estatuas mutiladas agonizan en las plazas.
allí descubro, ante los pies de un antiguo héroe abatido por el tiempo,
que acá todo acecha cómo desglosas en el polvo,
en la humedad del aire,
ante la ausencia de una luz que retornará dentro de tanto
a reclamar sus pertenencias.
IV
La ciudad esconde ahora una oscura presencia.
en su herrumbre se apagan los últimos trazos
de una luz que ya ha sido vencida,
y voy quedando entre sus ruinas,
entre los restos de una verdad que tiene resquiebros,
a dónde irá a parar el tiempo flagelado
cuando yo regrese a devorar secretos.
quién (me) escucha /
quiero saber qué es este mirar entre ventanas
este vivir aquí de lejos
pensando roto entre la gente.
En sus escombros la ciudad contiene un límite
y preguntas (asustado)
si este lugar jamás
será
sobrevenido.
XII
El reloj marca su puntual destierro
entre su caduca estatura de cristales
la madrugada amedrenta siervos
bajo una desconcertada luna que cuelga
y se resbala
Está claro que este lugar
ha sido tomado por las piedras
XIV
esta noche nadie sabe tu nombre.
la multitud habla el duro abecedario de las piedras.
sus voces no te tocan.
esta noche te abandonan las vías que transitas,
cada paso es un desvío que te aleja
a lugares solos.
a plazas olvidadas,
a puertos donde nunca llegan los navíos.
esta noche nadie conoce tu nombre
y tu rostro,
sólo tu rostro herido se refleja
en el estero.
XXIV
En la avenida solitaria donde rompen las olas,
una boca herida anuncia lo que ha perdido
el mundo en esta noche peligrosa
(el grosor de la penumbra es una isla).
A lo lejos el puerto, la ensenada apacible a donde van a desaguar las cloacas,
la esperanza golpeada por el fétido oleaje del viento.
yo sé de hombres que han sido tragados por esas aguas.
el mar despiadado apenas devuelve sus pertenencias.
¿quién los recuerda a la mañana siguiente?
(Del libro Esta ciudad ha sido tomada por las piedras)