DIEZ POETAS DE GUERRERO/No. 173


 

10-sanchez.jpgUlber Sánchez 



Coyuca de Benítez, 1978



Sinónimo de ruptura
(fragmentos)

VEINTIUNO

Bajo este misterio,
el vaso que aún reclama la soledad.
El pendón de los días que se instala en el ayer,
estos árboles que mi abuelo dejó a la orilla de la nada.
Esta ausencia de mis planes,
el pretérito perdón en las terrazas del limbo.




VEINTIDÓS

Es cierto, cuando la libélula de nuestra estancia se
apoya en mis huesos, huyo por los rincones más inhóspitos del silencio.
Siempre el silencio, aseguran en la ciudad:
                                                  Pero también en las postales se evaden las
      conclusiones de la noche. También en las regresiones del amor.




VEINTITRÉS

Mi abuelo huele el sexo de Raquel,
El olor de los fémures lo atestigua como un canto subterráneo,
El deseo de tu sexo, la caricia que eyacula.
Mi abuelo sabe de estas cosas por el diablo.
No obstante, en su constricción inmemorial,
el placer es un rechazo cuando Raquel extravía
sus pensamientos más allá de lo extraño.
Tus lágrimas al final de la desnudez, el olor de tu sexo
como un camaleón pastando extrañamente.  




VEINTICUATRO

El sexo es el equilibrio del mundo, piensas mientras
bebes tu taza de café.
Eres el licor más dulce cuando tus piernas aprietan mi cuerpo.
Tus senos donde descansa mi estrés y mis ocios.
Recorres con tu vista la desnudez de Raquel,
y como un perro dibujas una caligrafía extranjera en sus labios.
Trato de no buscarte en una historia contada por el ministerio público,
ni en las hipótesis de mi madre.
Trato de buscar una sola razón que justifique tu fuga.  




VEINTICINCO

Insostenible, ciudad que juega la alevosa mentira de la noche.
Sostenible, Raquel pierde su sexo con cada provocación del tiempo.
Abuelo, la ternura del sexo es como el equilibro, dijiste
un día en que parecía todo perdido, en que todo se opone a las
circunstancias, fue posible que desaparecieras por las sanguinarias
mentes que no entienden el deseo, el delicioso sabor del sexo,
la candidez de un cuerpo joven.
Abuelo, eso de la pederastia es tan viejo como las procesiones
del mundo, como las guerras cuerpo a cuerpo,
es más, mejor de esta manera:
Mi abuelo fue un pederasta arraigado en la dislocación
de una sutura.  

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Como música de Malher moran la infancia

1

Mi madre es una melodía triste.
El polvo y su beso son una abrumadora sonrisa.
Como música de Malher mora la infancia.  

A lo lejos, el amor es un diluvio de pasos
que se escucha en cada útero.

2  

El día es una mentira
vuelos pausados.
Cada regresión de Santa Sara es un infortunio de la infancia.  

No hay estigmas,
madre.  

Cuando hurtábamos el pan nuestro,
una mueca de payaso distraía tus menesteres.  

No hay lenguaje que nos descubra.

3  

Recuerdo a mi madre levantando un par de tortillas,
nadie sospechaba de su miseria.
Un vuelo infinito de pájaros
se desvanece en el cielo.
Mi madre viene hacia nosotros,
parte las tortillas como se hizo con los panes,
el milagro no sucede.

4  

Como quien pasa por el mundo cegado.
Sabemos que llueve, es mayo.
Nuestra idea desaparece.
Los colores de la tarde
evaden los embriones de la lluvia.  

5  

Llueve siempre.
Por la ventana se observa la misteriosa palabra de mi madre.
Grita y cierra los recovecos de la casa.

Llueve.
Mi madre corre por esos rincones no previstos,
un espanto de granizo la hace retroceder.
Aquí llueve.  


Ulber Sánchez. Su obra aparece en las antologías Más vale sollozar afilando la navaja (La Cuiria, 2004), 40 barcos de guerra (edición independiente, 2009) y Jóvenes poetas mexicanos (Groenlandia, 2010). Tiene publicadas las plaquettes de poesía Ciudad invadida por la memoria (2006) y Los que miran hacia abajo no duermen (La Tarántula Dormida, 2009). Es autor del libro Días como esas tortugas que van al mar (Versodestierro/La Tarántula Dormida, 2010). Obtuvo el primer lugar en el V Certamen Estatal de Poesía y Cuento Maria Luisa Ocampo 2003. Fue becario del Programa de Estímulos a la Creación y Desarrollo Artístico de Guerrero en 2004, 2006 y 2010.