A oscuras
Detrás del muro siempre hay otra muralla.
Bordeas los pasajes
con la secreta esperanza de recobrar
una ciudad que ya no te pertenece.
Por eso, decides volver al color
que no se escapó de tu memoria,
la luz invernal de las ventanas,
las celdas oscurecidas y desconchadas,
el olor invariable de una historia
que no posees, y que sin embargo
sientes como propia.
Observas el páramo —seco, solitario—
a través de una puerta legendaria,
y descubres a lo lejos una comarca
inexacta. Puede ser el territorio que
invade un recuerdo de la infancia.
El golpe de las hojas sobre la tierra,
o el sonido débil de tus pasos
en el empedrado, retoman con sigilo
la nostalgia transparente del viajero.
Ahora, sujetando entre las manos
la parte más extensa de la muralla,
compruebas tu emplazamiento,
cierras el libro, buscas un lector.
Con él emprendes el regreso.
Habitaréis una ciudad perdida en la frontera.
Ischia Porto
Así esperamos la caída del sol,
buscando un rincón en esta playa.
La lejanía se aproxima y deja en los labios
un extraño sabor a horizonte.
Las barcas construyen, a su manera,
un paisaje interior: cúmulos de arena
que no se disuelven en el agua.
Que serán, a lo sumo, barro en la mirada.
Este lugar y su forma de habitarlo
dan la medida exacta de mi mundo:
la orilla que recuerda los raíles
de una estación, en un cuadro de Delvaux;
la soledad compartida con una mujer
sentada en una cama,
bajo la mirada de Hopper.
Todos los espacios semivacíos
trazan la misma línea,
aquella que separa memoria e incertidumbre.
Lo que observo casi nunca está frente a mí,
porque es imposible su presencia:
sólo queda lo ya sucedido y regresa,
de nuevo, para habitar una playa.
Un rincón en este lugar
es, al cabo, una esquina del mundo.
Esos minúsculos paraísos en donde se admite
que vivir y esperar son caras de una misma moneda.
El lugar de la escritura
Hay algo heroico en cerrar una ventana
y echar la llave a una puerta.
Algo heroico en apagar la luz
y buscar a oscuras una butaca.
Heroico es levantarse
y comenzar a caminar por la habitación,
porque se ha recordado una frase de Pascal.
Hay algo heroico en querer habitar
una ausencia de luz.
En cerrar los ojos para añadir más oscuridad.
Mirar hacia el interior debe ser eso.
Dar vueltas en círculos
y averiguar el alcance de las manos.
Hay algo heroico en ser uno mismo
y abandonarse.
Aunque no haya nadie alrededor.
Aunque la habitación se estreche
cuando alargues los brazos.
Aunque la pared se acerque
y ya no puedas sostener su empuje.
Hay algo heroico en quien no logra vivir
más allá de una habitación cerrada.
De Un lugar para nadie
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Alex Chico. Licenciado en Filología Hispánica y DEA en Literatura Española. Ha publicado los libros de poemas La tristeza del eco (Editora Regional de Extremadura, 2008), Dimensión de la frontera (La Isla de Siltolá, 2011) y Un lugar para nadie (De La Luna Libros, 2013), además de las plaquettes Escritura, Nuevo alzado de la ruina y Las esquinas del mar. Sus poemas han aparecido en varias publicaciones y antologías. Ha ejercido la crítica literaria en diversos medios, como Ínsula, Revista de Letras o Ex Libris. En la actualidad ejerce como profesor de literatura en un instituto de Barcelona y codirige la publicación digital Revista de Humanidades Kafka.
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