DOCE POETAS (1985-1991)/No. 189


 

Patricia Binôme



Tijuana, Baja California, 1985

 

 


Yo te busco.
Te busco desde un camino de hormigas ciegas.
Te busco en el útero embarazado de la luna.
Si no te encuentro mis ojos cantan canciones de sal y azúcar,
mis ojos cantan arañas.
Veo perros mordiendo la noche cuando cierro los ojos,
perros inquietos de luz brincando debajo de mis párpados.
Chiquitos, diminutos perros durmiendo en la pupila de otros perros
todavía más diminutos y un camino que conduce al sueño de un venado
que duerme sobre la punta de mi dedo índice que es de fuego.

Me pregunto si los venados o los perros o los gatos o los niños o los zorros o las
piedras o los lobos o las fogatas o los recuerdos o los plumajes de colores o la
muerte.
Me pregunto si esto que siento en el pecho será un toro o un perro,
o si será la noche.
No, la noche es una niña veloz que intermitente siempre regresa.
Mis ojos están cerrados desde el vientre.
La noche también se come mis ojos.
Poco a poco desciendo,
me hundo en un mar de fantasmas porque no te encuentro.
Te escucho pero en tu voz aletea una mosca.
Soy una manzana mordida o caí del árbol como caen los perros.
Perro perro perro perro perro perro perro perro perro perro o papá.
¿Cuál es el reverso exacto de un niño? ¿Y el de un niño leopardo?
¿Cómo se dice padre en el lenguaje de los perros?
¿Cómo se dice muerte en el lenguaje de los niños?
Pregunto pero tú sigues acariciando moscas con la lengua
o son ellas las que lamen tus labios de madera.
Las moscas en tu boca son como flores.
Entonces te olvido un rato y bailo.
Las flores se van secando.
Regresan los perros de luz y bajan escalando mis mejillas.
Mis manos quieren ser olas.
Mis manos se elevan como gaviotas y es entonces que te presiento.

Una canción me habla, me pregunta: ¿a dónde ir? ¿a dónde ir ahora?
Propongo escudriñar siluetas en los vidrios mi voz se decolora propongo buscar
tu rostro en el rostro de un susurro susurro desde mi cama le contesto a las
melodías y a la noche que quizá no debamos pensar más en ti.
Veo un rostro en una gota de agua y sé que es el tuyo.
Tu altar es el tiempo.
¿Cuántas veces te he nombrado? ¿Y los otros?
Ninguna, porque tu nombre es el aire que en espiral se aleja desde siempre
y para siempre.
Tu nombre es el caballo más veloz más invisible.
Tu nombre está hecho con la sangre del sol y si te digo mis palabras son
rayos, deslumbramientos.

Me esperas balanceando los pies arriba de una escalera.
Miro al cielo y mis ojos se llenan de nubes.
Mis manitas hacen notas instantáneas sobre la tierra en lo alto de una montaña
que no es montaña sino lluvia de cenizas dormidas.
Y yo cuando no duermo es cuando más te veo, o al revés, porque en los sueños
siempre eres un perro negro negrísimo que pasa corriendo en segundo plano o
la voz de un poeta que me dice al oído que es imposible encontrarte en la
Octava Casa, en La Casa de la Muerte o en un eco en el fondo de un estanque
entumecido.
Yo le contesto que sí, que el ombligo sí es un túnel al más allá y agrego
que es por eso que todos tenemos perros en el vientre.
Él me dice que los recuerdos son ríos, que los recuerdos son diablos.
A veces siento que la voz del poeta es tu voz pero luego me doy cuenta que la
suya es apenas papel con letras y la tuya el grandioso espíritu de lo inexistente.
Hay un ojo.
Una piedra gigante custodia la tumba de mi tercer ojo.
Del ojo en mi frente nace un lagarto.
Santísimo Ojo Muerto, enterrado en El Panteón de las Lágrimas Olvidadas:
¡Dime la verdad!
¿Qué nos enlaza con lo indecible?
Repentinamente me revela un secreto, uno muy feliz, uno muy triste:
Eres el niño y su calavera, algo que trasciende, que no pertenece a este mundo,
un niño solitario protegiéndose bajo un muro de roca, el único,
sobreviviente hijo de soles tragados por agujeros negros.

***

La noche pronto es azul espeso.
Un murmullo de gusano que se sueña mariposa carcome lentamente mis
respiraciones.
En la almohada regurgito ese murmullo.
Mis ojos son peces nadando entre sombras de pensamientos cuando la vigilia
me desmorona.
Imagino al día como un juguete y me entretengo con él, lo muevo con mis dedos
y con mis ideas mientras mis ojos examinan la espina dorsal del aire.
Su esencia es un códice: Las Minucias Sagradas.
Pienso que quizá ellas sepan algo sobre ti y es por eso que estimulo al viento
con mis cantos.
Quiero que la corriente le arranque respuestas a los árboles.
Las plumas de las águilas son palabras resplandecientes.
Quiero tenerlas.
Cubrirme con ellas el rostro.
Que sean ellas mis lágrimas luminosas.

Observo al mundo desde la montaña, los animales.
Las hormigas trazan caminos, sus caminos son conciencia de la inmensidad y lo
infinito.
Sus caminos son manuscritos de dios envenenado.
Mi padre fue uno de ellos.
Ahora se redime en El Estanque de los Perros Ausentes por la gracia de mi
olvido.

Su barba blanca cobijaba montañas en invierno, mi madre fue una de esas
montañas que recibió en su vientre la escarcha.
Yo nací de un copo de nieve.
¿Podrá el hielo algún día convertirse en piedra?
Si un granizo golpea como una piedra chiquita ¿es una piedra chiquita?
¿Podré yo algún día convertirme en piedra, ser una roca de fuego?
Hoy hice fuego con las manos para quemar a todos mis diablos y tal vez así
encontrarte.
En el ritual se hace un sacrificio:
Larvas de lumbre purificando el espíritu de las palabras.
El cielo oscuro escucha las brasas tronando y mi cuerpo de niño se baña con el
humo.
Mis manos hacen formas espontáneas en el aire.
Mi mano izquierda de repente es un oso y la derecha es un ciervo.
Espectro fragmentado de La Estrella de la Muerte iluminando desde el
fondo de los mares y los mares parpadeantes en su terquedad de olas.
Una mariposa nocturna son mis dedos sobre el fuego.
Las palabras poco a poco están siendo sanadas.
El fuego es el agua y el aire es un pensamiento desbaratado.
No hay que sanar personas sino palabras.
Así empieza la nueva alquimia: trasmutación del sueño.

Sombras del Fuego Espíritus del Fuego acercándose a mi rostro o yo
acercándome a ellos.
Sombras del Fuego Espíritus del Fuego escribiendo versos en el reverso de mi
piel.
Sombras del Fuego Espíritus del Fuego limpiando mis ojos con su voz de
ceniza.
Sombras del Fuego Espíritus del Fuego llenando mi exhalación de luz.
Sombras del Fuego Espíritus del Fuego Sombras del Fuego Espíritus del Fuego
son el canto que carcome mi garganta de piedra.
Sombras del Fuego Espíritus del Fuego Polillas del Fuego tragándose todo mi espíritu.
Sombras del Fuego Espíritus del Fuego Ángeles del Fuego Crisálidas del Fuego.
Sus alas me refugian y renazco ahora de la punta de una flama.
De un rayo de sol quiero nacer.
El viento es el agua.
Adiós Sombras del Fuego Espíritus del Fuego Espermas Celestes rompiéndose
sobre la montaña.

La corriente de mis ojos se lleva al día las estrellas sin luz se alimentan de mi
fuego con un rayo de lumbre el sol embarazó a la luna el agua que es el viento
se lleva mi piel de humo que es mi piel de serpiente mis ojos de serpiente.
Ahora mi sangre ilumina más que ayer mis manos queman más que ayer amo el
fuego más que ayer ojalá te viera más que ayer.

 
 

Patricia Binôme. Ahora también es Dante Tercero. Autora de los libros Perro sombra (edición de autor, 2011), Porno (Mi Tercer Ojo, 2011), Corazón ♥ (Kodama, 2012), Mi tercero ojo (Editorial 2.0.1.3. y Editorial Ojo de Pez, 2013) y Dante & Liam (Editorial Ojo de Pez, 2014). Dirige el blog Apple Key + Shift + 3 en el que comenta libros de poetas jóvenes. Es directora de Editorial Ojo de Pez.