Poesía es todo aquel libro que venda menos de cien ejemplares, un artículo de bajo consumo. Poesía es la máscara del cobarde, el modus vivendi de tanto mediocre. Poesía es, sencillamente, pose.
Copa para resucitar a Proust
Abrevadero municipal
Por los vomitorios del estadio atrompica
la masa frita recién chutada
en banda ancha de la calle a casa.
Catódicos reunidos,
desde la épica del mítico
gol de falta
a la telecomedia:
humor bobo para gente boba,
judas que reniegan,
todos afirman
no ver programas
que baten
records de audiencia.
El cojín lleno de babas
se lamenta haber nacido
en este siglo.
De casa a la plaza sólo de noche
abrevadero municipal
monocultivo de cotorras
teledirigido ya su sueño de politono
automatizan sus sectores parciales de ocio.
Meada en la puerta de garaje
(todo lo que baja sigue bajando)
Entrar en un bar
como quien entra en el paraíso
gorilas de San Pedro en la puerta
cenan judías anabolizantes
Pagar por entrar
con derecho a un tercio de metro cuadrado de aire
de cigarro
Música para quien no escucha música
clientela demasiado (s)electa
como para mear dentro.
El dueño saca un riñón
a cada botella.
Poner además siempre
mucho hielo,
la china trae flores
y luces en la boca
sonríe siempre
mendiga
se va por donde vino
de vacío
cada uno a lo del otro
la ven irse mientras bailan.
El vaso lleno de babas
se lamenta haber nacido en este siglo.
Luego volver a casa
como de la guerra
las tripas de la tropa
en las esquinas
de tanto beber se han reventado
algunos, los otros
practican la carne donde pueden
los de siempre, los vegetarianos
buscan en los restos
más alcohol para las heridas.
los ciegos se matan por una mala mirada
y los hospitales no dan ya abasto
para tanta cabeza hueca partida.
Volver a casa y mear dentro
dormir en la carabela de Colón
en una curva
la almohada llena de babas
se lamenta haber nacido en este siglo.
Urticaria del baboso pastoril
Urticaria del baboso pastoril
del sublime sentimiento de no ver nada
las manchas
que el cateto en la pared admira
por dejar de serlo,
el caterín de canapés tiesos
de la cerveza sin fuerza
Ultratensan la cuerda
de la paciencia
poca chicha y mucha etiqueta
las paredes cubiertas
alucinando como Alonso Quijada con los molinos
indispensa creer para ver
¿quién piensa a estas Alturas que todo vale?
con el garabato complacidas las burocracias
la mano que se posa en el hombro para la foto
tranquila
nada incordia quien nada dice
Hacerse el dormido
ante tanto tonto estímulo vano
darse igual
volverse a casa de vacío
chocar con ocho músicos rusos
acariciando cuerdas por cuatro duros
Valero Cortadura. Comienza su actividad poética participando en revistas y recitales de la Universidad Hispalense, donde se licenció en filología hispánica. En 2005 participó en la creación del fanzineEntremésexpress y recibió el accésit del IX Premio de Poesía Universidad de Sevilla por su obra Las armas del poeta. En el mismo año publica Crudo, su más reciente poemario. En la actualidad prepara una biografía sobre el grupo de rock The Vagos.