Un Madrid de la mente / No. 206
 
Santiago de Compostela, 1986




Turismo de interior

En la ventanilla, la distancia verde
que ensaya la hierba. Pienso:
aproximarse al océano es alejarse
de la orilla. Coinciden los neumáticos
con el asfalto dócil.
Nos marchamos de algún lugar
que todavía no conocemos.

En la ventanilla, el horizonte entra
en la puesta de sol con los pies
sucios. Nuestros ojos mansos acuden
a la sombra de los árboles. Tendemos
a refugiarnos en lo cotidiano,

como ciervos que bajan a beber
al mismo río, aunque el agua sea otra.

(de Todas las fiestas de mañana)




Nada extraordinario

Echas una ojeada a la calle
donde no sucede nada extraordinario,
o todo es tan común
que no le dedicas demasiada atención.

Lo cotidiano
lucha por vencer su transparencia.

Y entre todas esas cosas
—el sol que cae de los árboles,
los coches cansados,
la mujer empujando el carrito de un bebé—
va ofreciendo puerta por puerta
el vendedor ambulante
una primavera en miniatura.



La velocidad de las cosas cuando nadie mira

La casa se mueve muy despacio,
como una alfombra
sobre la que se revuelve la hojarasca.
Los huecos que dejan las personas
cuando se marchan
dan forma a las sillas.

Miro el otoño: la distancia es mayor
en los cajones
donde hay fotografías o cartas.

Las cartas llegan siempre
desde algún punto del pasado, pienso.
Y el pasado es un barco
que no termina nunca de hundirse.



Lugares que no reconoces porque está oscuro

La noche me queda floja como un anillo vacío,
lo envuelve todo igual que papel de regalo,
sus luces artificiales. Antes corríamos
como un carrusel, si un carrusel pudiera correr.
Pienso en eso y en la ropa cómoda de verano,
en tus manos o un ancla
buscando el fondo de algo,
en todas esas gaviotas instaladas en la soledad.

Abro una ventana y la noche entra al salón
arrastrando sus zapatos negros. Lo perdido
casi siempre tiene el olor del mar.
Pienso en eso y en el crucigrama de huellas
que queda desordenado en la orilla.
Una noche sin luna. Y el frío
que me obliga a cerrar de nuevo la ventana,
construida ya toda esta intemperie.

(de Nada extraordinario)




La lavandera

Volvía por el camino más largo de la tarde,
una mujer lavaba a mano un montón de ropa
sobre la piedra de un viejo lavadero.
El agua que arañaba las prendas estaba helada,
el cielo enrojecía lentamente.

Ya me estaba alejando cuando la mujer me dijo:
Ésta sólo es otra forma de mirar las cosas,
más limpias, más puras,
dejando que el agua las cruce.
Y continuó lavando la ropa,
el sol acabándose poco a poco.



La limusina

La grata sensación de haber ganado tiempo
al salir de una avenida llena de gente
para seguir por una calle desierta.
El brillo del sol contra el buzón amarillo,
las telas bailando en la mercería cerrada,
las plantas en un balcón,
persiguiendo nada.

Qué haremos ahora, me preguntas.
Dejar que oscurezca, supongo,
o empujar nuestras cosas un poco más adelante,
donde la memoria
es una limusina con los cristales tintados,
imposible ver quién va en su interior.



Una idea del atardecer

Pasas por una avenida llena de gente,
las ocho de la tarde y todos miran algo
que no aciertas a distinguir,
los edificios alrededor parecen fichas de dominó
a punto de caerse, uno tras otro,
justo cuando decidas darles un pequeño empujón.
Es como un incendio, te dice alguien al oído,
empieza muy despacio y, sin que te des cuenta,
lo consume todo.

¿Y a dónde va después?
¿Qué hace cuando ya no queda nada
y el autobús urbano sigue con su ronda,
indiferente, únicamente cambiando
a toda esa gente de sitio?



Ultramarinos

La vieja tienda de ultramarinos
cierra a las ocho de la tarde.
Cuando oscurece, si te fijas bien,
puedes ver un puñado de estrellas
brillando sobre el mostrador.

Apenas una ráfaga de viento
sería capaz de apagarlas todas.
Por eso cada noche bajo hasta su puerta
y me mantengo despierto, vigilando.

(de Motel Memoria)


Juan Bello Sánchez ha publicado los libros de poemas El futuro es un bosque que ya ardió en alguna parte (La Bella Varsovia, 2011), Talk about the blues (Origami, 2014), Todas las fiestas de mañana (Pre-Textos, 2014), Cuatro canciones (Ártese Quien Pueda, 2015), Nada extraordinario (Pre-Textos, 2016) y Motel Memoria (Valparaíso Ediciones, 2017).