El escritor y editor Alejandro del Castillo, antólogo de esta muestra de autores dedicada a la literatura emergente de Querétaro, habla en su introducción del riesgo que implica para ciertas literaturas la invisibilidad a la que las condena, por un lado, el centralismo, y por el otro la comodidad de exponer la obra propia en un ámbito reducido a las fronteras de un estado o una región. Punto de partida hace eco de esta preo cupación y presenta un número monográfico con la intención de compartir a nuestros lectores, jóvenes universitarios, una reunión de poetas y narradores nacidos, criados o avecindados en este estado del centro de México. El dossier está precedido, en el Árbol Genealógico, por dos poemas del quereratano Luis Alberto Arellano, referente de la poesía contemporánea en México, que en vida fue maestro de algunos de los autores reunidos en esta edición.
El compilador presenta a sus autores en una secuencia que obedece, según sus pro pias palabras, a un “recorrido atractivo, cuidadoso, sin curvas innecesarias”. Así, divide el dossier en dos bloques: Poesía y Narrativa. El primero abre con la mirada autoanalítica de la más joven autora de la muestra, Nadia Bernal, y cierra con la clara intención narrativa de Tadeus Argüello. Entre una y otro encontramos la particular reinterpretación mística de Juan Carlos Franco o los poemas de Mauricio Caudillo, que dan fe de un amplio registro de estilo; el diálogo con la tradición en Gloria Soto, el abordaje de Monserrat Acuña a la realidad femenina en un sistema patriarcal, o el dominio del ritmo de Janis Jacobo, cuya voz poética se mueve con soltura entre los géneros.
El segundo bloque incluye dos piezas hermanadas en el humor y la originalidad de la historia: “El lado romo”, de Jaime He, que da cuenta de la impotencia del esposo muerto, testigo mudo de la desdicha de la esposa viva, y “#SanMiguelCarrillo”, una farsa delirante de Fernando Jiménez que conjunta filias animalistas y fervores religiosos. Completan la sección David Álvarez, con “Apología del polvo”, un relato sobre la empatía y la muerte; Antonio Tamez con “El espejo de obsidiana”, retrato del mal ubicado en un espacio y tiempo míticos que remiten al siglo XIX mexicano; la concreción de “Mariposa de acero”, de Juan Ramón Ríos, cuya estructura y lenguaje cercano al cinematográfico nos muestran el recorrido de sus personajes en un escenario postapocalíptico, y la notable imbricación de planos temporales y narradores que logra Paulina del Collado en su minificción “La reina del Vogue”.
Mención destacada merece el trabajo de los artistas visuales cuya obra discurre por las páginas de esta edición. Se trata de Román Miranda y Kikyz1313, quienes comparten con nuestros lectores varias piezas de dibujo y pintura realizadas originalmente en color y transferidas a escala de grises para esta revista. Ambos artistas trabajan a partir de la introspección y la memoria, y el resultado es un conjunto de obras que dialogan entre sí y con los textos reunidos en este dossier de Punto de partida.