En nuestro país, con muy contadas excepciones, sólo algunos académicos e intelectuales que se encuentran de una forma u otra cercanos al tema de los chicanos y de la población latina en Estados Unidos, de manera muy circunstancial, se interesan en la literatura chicana y, desde luego, la apreciación que hacen de este corpus literario está influida por la mentalidad mexicana que abierta o solapadamente continúa rechazando lo chicano. Aunque, sin lugar a dudas, se presentan casos de efectos momentáneos en ese público cautivo, pero impresiones profundas, duraderas… definitivamente no.
Las grandes obras de la literatura chicana —cuentos, novelas o poemas— constituyen simple y llanamente una suerte de curiosidad para muchos lectores en México, cuando no una burda imitación de la corriente literaria mexicana en toda su amplitud. Con un público que acostumbra leer poco o casi nada, como es el caso concreto de México, la literatura chicana no ha podido introducirse como debiera ni mucho menos obtener el reconocimiento de un pueblo que cuenta con un alto porcentaje de familiares residiendo en Estados Unidos. Otro problema agudo que ha impedido la aceptación de la literatura chicana en nuestro ambiente es que nos llega escrita en inglés, cuando no en inglañol o spanglish, lo que ocasiona, como acto reflejo, un inmediato rechazo.
Por eso resulta una labor encomiable y digna de elogio que Punto de partida, la revista de los estudiantes universitarios, decida en esta ocasión obsequiarnos con un número muy singular: un acercamiento a la poesía chicana, con la idea de que sean los jóvenes universitarios y no universitarios, los destinatarios de las emociones, conceptos y forma de ver el mundo de esa población de origen mexicano que desde la década de los sesenta adoptara orgullosamente el término de chicana, y que a su vez fuera redefinida por Tino Villanueva como una comunidad bilingüe, bicultural y bisensible.
Sin lugar a dudas, la primera etapa de la poesía chicana se distinguió por ser un espacio contestatario, de protesta, aunque conjuntamente es posible detectar ámbitos de queja y frustración porque los chicanos no eran reconocidos por la sociedad mayoritaria blanca estadounidense, que no reparaba en el talento de los descendientes de mexicanos. El crítico literario chicano Juan Bruce-Novoa señala claramente que “la evocación de la historia, la familia, el barrio, la tradición popular mexicana, la mitología, la historia oral chicana versus la escrita de los anglosajones, el catolicismo frente al protestantismo, la oposición de la apertura racial, cultural y étnica del chicano frente al anglo, definieron toda una serie de parámetros literarios”.
Aztlán aparece como algo alcanzable, inmediato y necesario: la patria de los chicanos; como quitarle un espacio a la anglósfera, lo que de hecho le impregnó a la poesía chicana un cierto toque de “poesía de diáspora” con varios motivos inaplazables: rescatar el pasado, reforzar la búsqueda de identidad, evitar la asimilación evadiendo la peligrosa trampa del melting pot, etcétera. En 1967, Rodolfo Corky González escribió I am Joaquin/Yo soy Joaquín,1 que constituyó el primer trabajo de poesía en ser publicado por chicanos y para chicanos, convirtiéndose en una obra pionera del denominado Renacimiento Cultural Chicano. En una edición bilingüe, González hace un largo recorrido por la historia de México y Estados Unidos a través de lo que se considera como el más famoso poema épico del Movimiento Chicano; los sonidos y colores de la lucha, el rescate de las raíces, el resurgimiento de un orgullo perdido y la unidad de todos los chicanos se plasman en este poema, que fue escrito, de acuerdo con su autor, para ser compartido “con todos mis hermanas y hermanos”: “I must figth and win this struggle for my sons, and they must know from me who I am.”
Aunque, según Bruce-Novoa, uno de los ejemplos más claros de la poesía de protesta chicana es Stupid America2 de Abelardo Delgado, poema que abarca pasado y futuro, y se centra más bien en el presente; poema de denuncia que pretende cambiar su expresión oral por la escrita, con un final abierto:
…stupid america, remember that chicanito
flunking math and english
he is the picasso
of your western states
but he will die
with one thousand masterpieces
hanging only from his mind.
Este reclamo aparece también en la poesía de José Montoya, Raúl Salinas, Ricardo Sánchez, Alurista, Sergio Elizondo, Miguel Méndez y Tino Villanueva, entre otros, y, dato importante, en la voz femenina de la poeta Berenice Zamora (“Penitents”).3 Zamora —siguiendo de cerca a Bruce-Novoa— conduce a un plano superior la exploración de las técnicas literarias generales; construye refinadas y personales epifanías: el conflicto entre la vida y la muerte, pero lo más importante para los críticos es que Zamora define un plano social y deja un espacio abierto para que otras escritoras y escritores puedan reflejarse en su obra. Libera de esta forma a la literatura chicana, otorgándole ciertos visos de preocupación por lo universal y “chicanizando esas preocupaciones”.
La mujer chicana hace su aparición en la poesía pero, como sus compañeros, en un principio se deja arrastrar por la protesta social. Es posible afirmar que Lorna Dee Cervantes encabeza la lista de poetas que elaboran versos limpios y holgados aunque estructurados en torno a la imaginación más que a los recuerdos. Alma Villanueva y Marina Rivera pertenecen sin lugar a dudas a esta generación. María Eugenia Gaona es de la idea de que la poesía femenina chicana ejemplifica este aspecto de universalización, “dado que podría pensarse que la mujer chicana sufre una doble marginación”, aunque a fin de cuentas la marginación sería más bien triple.
Los años setenta dan una nueva dirección a la poesía chicana: de acuerdo con Charles Tatum, los poetas se hicieron menos estridentes en su tono, tal vez menos agresivos al enfrentar los problemas sociales y con una apertura a otro tipo de preocupaciones. Aunque continuaban practicando un activismo radical y nacionalista, dieron un amplio giro para convertirse en artistas y humanistas. Los escritores más representativos de esta corriente son Ricardo García, Rafael Jesús González, el propio Miguel Méndez y Gary Soto, a quienes podrían unirse Leroy Quintana, Rolando Hinojosa-Smith, Ricardo Aguilar Melantzón, Armando Vallejo y Leonard Adame.
No deja de ser importante la acotación de Tatum en el sentido de que las escritoras chicanas han sido más visibles que los poetas chicanos de nuestra época. Para este autor, Ángela de Hoyos es la poeta chicana más prolífica.4 Asimismo, hace mención de poetas muy poco conocidas en México, como son Nina Serrano, Lin Romero, Dorinda Moreno, Inés Hernández Tovar, Margarita Cota Cárdenas y Miriam Bornstein Somoza, militantes y activistas en contra de la opresión. Por otro lado, Marina Rivera, Lucha Corpi y Alma Villanueva representan otra corriente, más introspectiva pero no menos militante.
La poesía chicana contemporánea es un verdadero caleidoscopio de temas, técnicas, uso de lenguaje, formas y contenidos. Durante los últimos veinte años los y las poetas chicanos(as) no han permanecido en una sola línea, lo que a fin de cuentas los caracteriza. La lucha principal es por ser artistas independientes, sin amarras ni camisas de fuerza; estar comprometidos como poetas y como chicanos. Se puede aseverar que la poesía chicana del nuevo milenio continúa siendo fresca, vigorosa y con un fuerte sentido de pertenencia, lo que permitirá que jóvenes poetas puedan delimitar su quehacer artístico.
Muchos de ellos seguirán por la línea de los primeros; descubrirán a las generaciones intermedias o harán su propia poesía; podrán seguir elaborando yuxtaposiciones o no; crear estilos diferentes, aunque esa denominada “poesía bilingüe” otorgaba una de las características del movimiento nacionalista cultural, poesía que en México tampoco se quiso entender en su verdadera dimensión, y más que nada, en su construcción.
What is a kiss?
es solo un eso,
whiteness in the darkness
oscuridad en la luz.
…pero a fin de cuentas
a kiss is a kiss
savia de la vida
mistery of the eternity5
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Ilustraciones:
Laura Monterrubio, ENAP-UNAM
1 Nueva York, Bantam Pathfinder Editions.
2 Chicano: 25 Pieces of a Chicano Mind, Denver, Barrio Publications, 1969.
3 Restless Serpents, Menlo Park, Diseños Literarios, 1976.
4 Ángela de Hoyos ha publicado, entre otros libros, Chicano Poems of the Barrio, Bloomington, Backstage Books, 1975; Arise Chicano, Bloomington, Backstage Books, 1975; Selected Poems, Selecciones, San Antonio, Imprenta Deskalzo, 1979.
5 Ramírez, A., A kiss es un beso, México, UNAM, 2001, Humanidades, núm. 216.
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