Invitatorio
Ven,
al nácar, al jazmín y al lecho
susurra tus deseos,
y arderá la manzana primordial.
Pelusilla de durazno
sea tu hoguera desnuda,
fausta canela
sean tus piernas
erosionando mis muslos.
Besos de rosa y mantis,
de leche y anís
prodiga en mi cuello arenisco.
Soy acequia generosa
y pronta a tu voz,
efebo-minotauro-laberinto
que me consagras
liquen
y siervo.
Fascinación
Tañer de alhelíes
nevan los ocelotes
sobre mi oración húmeda:
es tu lengua, neblino manantial
que mengua y retoza en mi dormición
que la templa y la vence,
es seráfica ovogénesis
y embravecido Jordán.
En tu aliento austral
abandona su tumba
mi boca tocanegrada,
entre mancias de chuparrosas
sangre de piñares me da tu beso.
Nunca mi mandrágora
profirió tan bello grito,
nunca tan nardino
floreció tu gusto,
enardeciendo mi carne
bajo los añiles báculos de luna.
Contemplación
En áureo solio de ángel, vienes
con el verde taciturno del ocaso,
teofánicos tus ojos,
tus pies ateneicos,
tu leche hostiaria
y tu salmodia de amante.
Avasallado, jaspeo con fresas
y milagros de cipreses
tus labios, delfines
que me embisten y me coronan.
Báquico y religioso, zarpo
de tu pupila anisada
al granadino piélago de tu boca,
orto con sabor a cereza y piñal.
Desciendes, geódico y policromo,
caligrafiada la voz nectarina en tu sexo
y tus muslos flordelisados.
Oblato en tu pulmón de colibrí
y en el trigal de tu pubis,
soy fértil Tabor
bruñido por tu albo esfingicismo:
níveo crisma glaseando mi faz.
Fantasía
Apocalíptico, tu escarceo alfil
unge mi ósculo, idólatra
en el vergel ázimo y jubilar
que me convida desde tu iris
a tus pezones,
de tu ombligo
a las cuatro lunas de tu pecho.
Allende el anatema
de serafines y tronos,
me das vino y pan
en tu plumaria de pavo real,
santuario do ordeno religiosos ofidios
y son uno mis manos de adviento
y tus rosas negras en tempestad.
De tu sudor cosecho mi aura,
preña tu taurina orografía
la fe de mis tholos,
en crotálica narcosis
me llamas por mi nombre nuevo
y me fecundas
para envidia del plenilunio.
La gitana dormida
Debajo de la diosa y encima de las dunas
te convido, hipóstasis de vid eléusica
y león bizantino,
a la juglaría de mi afrodisia,
al abrevadero votivo de mis poros
y a mi desnudez,
apiario bienaventurado
a causa de tu visitación.
Felino de suave impudicia,
siendo tú amuleto, bautismo
y jazmín en cuya raigambre pervivo,
sueño liras de mandrágora
en tus pupilas transhumantes.
Tu acecho es mi arca,
tu ronroneo faraónico mi gnosis
y tus ópalos mi monacato.
Ignipotente y salmódico
bajo el teorema de la noche,
conspiras en mi cuello manzanas
para embrujar mi sierpe
y la religiosidad hambrienta
de mi cosmos seducido.
Erastés
Cuando en mi embriaguez germino en tu santuario
y anido en tu sexo benjuí,
mis labios en toronjas se desgranan
y te empapan bajo el ombligo celeste.
Pobres los paraninfos
cuando creen detener las galaxias,
y el único maná vivo
es el que prodiga tu nadir.
Dame otra vez la visión beatífica en tu pecho:
¿Cuál es esa tierra
en la que seré la zarza ardiendo bajo el trueno?
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