El concurso que anualmente convoca la revista Punto de partida es uno de los pilares de este proyecto: de él se nutre en mucho esta publicación y a través de él reconocemos el talento literario y gráfico de nuestros estudiantes. El certamen, que ya llegó a su edición 34 y que desde fines de los años sesenta ha sido semillero de voces literarias, tuvo este año una aceptación que celebramos: recibimos casi seiscientos textos, viñetas y fotografías, con un resultado de nueve premios y diecisiete menciones, en diez categorías.
En este número presentamos la primera entrega de los trabajos ganadores de premio en poesía, cuento breve, cuento, ensayo y viñeta. Nos congratulamos de que dos de estos premios —poesía y ensayo— recayeran en estudiantes de universidades del interior del país, por lo que Punto de partida reitera su invitación a los jóvenes de todo México a participar en este proyecto que si bien nace en la Universidad Nacional es fiel a la vocación de pluralidad de nuestra casa de estudios.
Para abrir y para cerrar, poesía: nuestra sección Del árbol genealógico presenta “Cuatro poemas dispersos”, un acercamiento a la voz de Anabel Rodrigo, ganadora del premio de poesía de Punto de partida en 1980, y El reseñario nos habla de Coliseo, poemario de Héctor Carreto que recomienda a nuestros lectores Carlos Pineda.
Queremos hacer aquí un reconocimiento por partida triple: a los miembros del jurado por su tiempo y entusiasmo para apoyar a Punto de partida; a todos los participantes en este concurso, porque son ellos la justificación viva de nuestro proyecto, y a Paulina Lavista, quien generosamente abrió su archivo para facilitarnos el material fotográfico que en este número ilustra “Palingenesia”, ensayo sobre Farabeuf de Salvador Elizondo, uno de los hitos de la historia literaria mexicana. A todos ellos gracias.
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