No. 155/DIEZ POETAS DE TABASCO 

 

juarez.jpgDiana Juárez Rodríguez
Villahermosa, 1985

 


Poética

La poesía es un pastel lleno de abejas. Cada vez que intentas adueñarte de él y compartirlo con otros, hay miles de lancetas que te persiguen; son las de la lógica, las del pragmatismo, las de la frustración y las de aquellos seres del medio que piensan que te jactas de ser el maestro de los cocineros, cuando en realidad no eres más que un travieso roba pasteles, que es de hecho la forma en la que me gusta pensar en los poetas.

He abierto un libro y visto que alguien ha dejado una rebanada oculta entre las hojas, una rebanada solitaria, libre de los aguijones de cualquier parafernalia intelectual, y pienso que se parece a la vida esta rebanada, se parece a algo que me duele, que me eriza o me hace cosquillas, algo que podría ser mi amigo imaginario de la infancia charlando a solas con mi abuela.

Dicen que los mejores ladrones de pasteles llegan a ser tolerantes con las abejas, ya que comparten las mismas pretensiones y merecen consideración por ser tan pequeñitas y fuertes, les toman respeto y hasta les regalan un pedazo con firma, no por eso ellas dejan de picarlos. Dicen también que los que se atascan en la vida del roba pasteles no son igual de afortunados que los que se alegran con una embarrada, son más afortunados los segundos, porque se la viven jugando, embarrando la nariz de sus amigos, permaneciendo en movimiento y el movimiento, para un ladrón, lo es todo.




MI CASA ES UNA FORTALEZA con muros de pan húmedo
cae en pedazos el techo
las puertas se quejan del mal clima
mi casa tiene goteras por donde llora el óxido
Es una canción de viento mi casa
un barco de guerra envejecido
y mi perro
un taciturno perro
de ojos transparentes e inflamados
sus pasos de sombra suenan
a las tres de la mañana
mientras el agua suelta su hilo por las grietas
escalando las porosidades de la pintura
y si mi perro tuviera alas
si las tuviera
también se iría
Mi casa
Mi perro
poco a poco
van poblándose de musgo
Engulle a un pájaro lleno de hormigas
mi casa
Con raíces creciéndole en el cuerpo
mi perro
           No me hablan más
Mi casa es la isla de donde todos huyen




LOS CADÁVERES DE MIS AMIGOS aún bailan en la fiesta
El cabello les crece sin remordimiento
las uñas continúan alargándose
y la ropa se pega a la pasta de sus calaveras
tiritan sus mandíbulas sin labios
es imposible dejar de sonreír
Algunos niños bailarían con nosotros
Algunos otros se asustarían al vernos
Los cuerpos ya sin música
bailan todavía bajo el árbol de los ahorcados
sacuden sus melenas de cobre
que crecen y crecen sin remordimiento




¿CÓMO ME LLAMO cuando voy descalza?
¿De dónde vengo si mi espalda se moja y brilla?
¿Cuál es mi voz en esta ciudad?
Vine a buscarme en tu rostro de malabarista
y sólo encontré noche de tumbos
En el aire danzaban bolas de fuego como brujas




QUE ALGUIEN me encuentre
Que rescate la leche de mis ojos
heridos por el entierro
y de mi boca sacuda los gusanos
azules del desamor
Mi cabeza no sale y sobre mí
una celebración de penumbra
El agua me come los oídos y afuera
una música de botellas
Que alguien tropiece conmigo
para amar mis manos
mi cuerpo sacudido por la confusión
mi cuerpo abandonado por su nombre y sus amigos
mi cuerpo que se escucha
como cerrándose para siempre
un cajón de madera 




TRABAJO PARA UN MUNDO con ojos de polilla
y en mi cabeza
en mi estómago
sólo madera húmeda
Cómo podría sacarte de la locura entonces
para que entres en la nada
Mi corazón está enfermo de cables
ha olvidado cómo leer las señales del tráfico
y los periódicos le sirven como abrigo
Con este desencanto sólo puedo
esconderte bajo mi saco
guardarte del polvo    Sacarte brillo
y con las yemas de los dedos
borrar las cuarteaduras de tu frente
de tus labios como hojuelas rotas




BLADE RUNNER pone su dedo en los anillos
Entre dos rascacielos
circundados por aves metálicas
Autopistas flotantes donde sólo luces
donde sólo el ruido
la gran pantalla
el plasma que anuncia desde los edificios
la polución radiante de una sopa
en inglés en japonés en mandarín
En el suelo Blade Runner
Su dedo mecánico
hace girar los anillos de un teléfono
que le devuelve la moneda

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Diana Juárez Rodríguez. Realizó estudios de dirección de arte, cinefotografía y guión en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos de la UNAM. Ha participado en encuentros literarios nacionales e internacionales. Dirigió los cortometrajes Ecce Hommo y Madogo o el peligroso arte del estuquidio. Ha formado parte de diversos talleres literarios. Publicó textos en la revista Letra Voz y en la plaquette De triángulos oscuros. Escribe la columna dominical de cine “Trotalunas” en el periódico Tabasco Hoy.