Jueves, 20 de marzo de 2003
Hoy comenzó la guerra.
Ahora ellos dicen: “no a la guerra”.
Los misiles, el ruido estridente de las radios;
la mala comunicación por satélite.
“Pueden fallar”, dicen,
“No son precisos.”
De cualquier forma aturde esa ingeniosa maquinaria,
Y los nombres de muchos misiles y aviones.
Se tiene tanto horror de las batallas medievales,
sus masacres anónimas, sus príncipes caídos;
la locura en las trincheras del Frente Occidental;
de la Guerra de los Canudos, no se recuerdan los nombres de los cañones,
se guardan los nombres de las personas y los lugares.
Ahora sólo se recuerdan los nombres de las armas.
Cuando se dice: “No en nuestro nombre”, se quiere decir:
“No nací con nombre de misil.”
Para algunos, sin embargo, es la misma cosa.
“Ustedes no nos representan”,
sin embargo, somos nosotros los que perdimos la guerra antes de que ella
comenzara.
No sólo ordenaron el desarme del enemigo, escudriñaron su país,
cercaron las vías de escape:
Predijeron el futuro y todo el contenido del momento histórico
—dijeron eso tan sólo para hablar de reconstrucción—
—los que no tienen memoria dicen reconstrucción con docilidad—:
Nadie quiso nunca decir “acabaremos con ustedes”, aunque lo decían con
frecuencia.
Quisieron decir: “no hay lugar para ustedes”, y
“están con los días contados”.
Hoy vi las banderas y los afiches diciendo “No a la guerra.”
Ya no puedo creer en esos afiches.
La cuenta de los días todavía resuena en la memoria.
Todavía recuerdo los camiones blancos en convoy
el Secretario General de la ONU diciendo: “¡Ahora Kuwait!”,
“Lo intentamos todo; el monstruo gigante enloqueció.”
“Salvemos las pequeñas embarcaciones.”
“El monstruo gigante enloqueció
salvemos las pequeñas embarcaciones.”
Nuevamente los olvidados, los que nunca dicen nada
pero los salvamos.
Debe existir quien sepa vengarse.
VIOLETA Y HOJAS SECAS y toalla roja
Y pan de sal y marca de vino
Sobre la mesa de la sala
Pero estamos en la cama de la habitación sin luz
Ocupados con nuestros pensamientos
Nos observamos el uno al otro, y al apartamento
Buscando una idea un quehacer
Y sólo te tengo a ti
Hicimos tus maletas, es verdad
Esperamos la hora de partir
Y ya sé a dónde vamos
No, eso era para recordarlo después
Alguien nos vendrá a buscar
Y cargará nuestras cosas
Y yo te diré cosas bonitas
Y no habrá despedidas
Tú pones música de Milton para que suene
En medio de una frase mía
Y acompaño la melodía
Me olvido de lo que estaba hablando
Tú tejes comentarios escandalosos
Sobre el beso que te di en la cocina
Mentira, lo habíamos ensayado todo
Te gusta verme sufrir
¿Te acuerdas de un poema de Drummond?
Ya sabes que no vivo sin ti
Cuando estuve en la calle Lopes Chaves
No me dio pereza, sólo tenía mucho frío
Y mentiría si te digo que no me conmovió
El brasileño aquél:
Quizás con suerte nos pareceríamos
Y Drummond tan muchacho, tan compadre
Sabes que me gustan las flores y el invierno
Y el mes antes de septiembre me llena de alegría y esperanza
Y cuando sea tu cumpleaños no te daré nada,
Porque soy pobre
Pero escoge cualquier cosa
Que yo removeré las manchas y será, de corazón, todo tuyo.
Traducción de Alan Mills
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