Editorial / No. 250


Doscientos cincuenta números y casi sesenta años se escriben fácil, pero a cada letra la sostiene el trabajo de muchas personas, cada una de las cuales ha hecho su labor convencida de la valía que tiene un espacio como Punto de partida. El  tiempo —y la vocación y el talento y la perseverancia de quienes hicieron y hacen honor a su nombre— apuntala esa certeza.

Hoy, literalmente, estamos de fiesta, y lo celebramos ataviados con un nuevo diseño, resultado de la encomienda que recibimos de la maestra Julia Santibáñez, directora de Literatura UNAM, el otoño pasado. Una renovación que corresponda los cambios de un público que nunca dejará de ser desafiante: la joven comunidad universitaria, y al tenor de las experimentaciones editoriales de esta época.

Continuaremos con un dossier temático, como centro de cada edición, en el que los autores explorarán su camino hacia la idea propuesta. En este número lo festivo corre por distintos escenarios: en la crítica a la gentrificación de los barrios y sus celebraciones de las que habla la bogotana Juliana Sánchez-Castellanos; en las vivencias infantiles de los patios de juego —que versa Ángel Soto—, en los deseos de año nuevo —que recuenta Joaquín de la Torre—, y en las azoteas que conquistan los felinos —de lo que es testigo Daniela León Resendiz—. O  en los clubes que acogen tribus y otras formas de ser: Diego Montoya escribe sobre las fiestas swingers, y Jimena Cherry sobre las góticas.

Como sabemos, pocas fiestas ocurren sin enamoramientos, sin reguetón —o casi ninguna— y sin el desenfreno del cuerpo: así lo cuenta Mariana Villalobos en su fragmento de Toilette, Emmanuel Erenas en "Cuerpo y culpa", y Daniel del Toro en su ensayo apocalíptico sobre el perreo. Las celebraciones también son momentos de sentimientos encontrados: Dora Luz Herrera Jiménez comparte un cuento sobre un matrimonio fracasado de principio a fin, mientras que Carlos Sánchez Ramírez "Emir" y Jazmin Campos Díaz escriben poemas que van y vienen entre la nostalgia y la libertad de eso que significa crecer. 

La siguiente parte abre con una sección que comenzó en nuestras redes sociales, pero cuya riqueza —de personajes y contenido— muy pronto nos reveló la necesidad de desatar los ríos internos de Punto de partida: Del archivo recupera figuras literarias que publicaron sus pininos en estas páginas; desde la mirada joven, queremos saber quiénes son ahora y qué representan. Inauguramos esta sección con dos poetas de lujo: Fabián Espejel escribe entrañablemente —¡y cómo no!— sobre David Huerta, maestro de maestros hondamente querido entre la comunidad letraherida. Un artículo acompañado por fotografías de Alejandro Arras que atestiguan el humor y la fraternidad del autor de Incurable.

Después, Tesauro, dos páginas que se abren de par en par, como un cofre del tesoro, y revelan un flashazo a partir de una palabra: un texto o poema brevísimo, una fotografía, una ilustración o una pregunta. Una sola palabra, infinitas opciones para interpretar. María Villa pone la primera piedra: poeta. ¿Cuál será la siguiente?

La sección de reseñas se extiende más allá de los libros, con la idea de explorar distintas formas artísticas y sus variadas recepciones. Así, en consonancia con los concursos universitarios Fósforo y Criticón, invitamos a enviar reseñas sobre cine, teatro, danza, exposiciones, ferias y, por supuesto, libros. Conservamos también la sección de narrativa gráfica, Tinta suelta, con la que esperamos seguir conociendo esta escena y que en este número presenta una historia telúrica a cargo de Sandy de Santos. Agradecemos también a nuestras y nuestros colaboradores gráficos, quienes se unieron a este festejo; así como a Jorge Basurto "13Death" por la imagen de portada que inaugura esta etapa.

Pasen a estas páginas de manteles largos, que la fiesta apenas comienza.

Aranzazú Blázquez Menes